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En esta fecha, Entreculturas quiere arrojar luz sobre la terrible situación que están atravesando más de 100.000 ciudadanos y ciudadanas zimbabuenses que, pese a cruzar la frontera huyendo de su país, no son reconocidos como refugiados en Sudáfrica.
Se estima que, desde 2005, alrededor de un millón y medio de zimbabuenses han cruzado la frontera hacia Sudáfrica. Los últimos flujos masivos se produjeron en marzo de 2008, tras las elecciones generales calificadas de fraudulentas. Estas personas huyen de una terrible situación económica y de una extrema violencia por motivos políticos. Pese a ello, al llegar a Sudáfrica son considerados migrantes económicos y no con estatus de refugiados, no pudiendo recibir así el apoyo internacional que merecen. Este hecho les sitúa en una posición de vulnerabilidad, sin acceso a los servicios sociales mínimos o al trabajo. En definitiva, son "refugiados" condenados a vivir en la sombra.
Zimbabue atraviesa en estos momentos una grave crisis económica y política. El país presenta una tasa de inflación en torno al 230.000.000%; las tiendas están prácticamente vacías, la mayoría de las fábricas están cerradas, la tasa de paro supera el 85% y la mayoría de las familias viven en condiciones de pobreza extrema (sólo comen una vez al día). Además, las cosechas son mínimas debido a las políticas agrícolas desastrosas y a la mala planificación del Gobierno, a los cortes frecuentes de energía y al mal abastecimiento de agua para el consumo y el riego. El "Programa de Reforma Agraria" y la "Operación para restaurar el orden" -con la que las autoridades arrasaron 700.000 hogares y negocios-, forzaron a miles de zimbabuenses a desplazarse o a migrar. Las condiciones de vida de las personas desplazadas dentro del país son pésimas. Los refugiados llegan a su país de acogida en unas condiciones terribles habiéndolo perdido todo, con enormes traumas y sin un lugar donde refugiarse ni la posibilidad de alimentar y atender a sus hijos e hijas.Los zapatos, símbolo de solidaridad y de dignidad
Cuando los zimbabuenses parten de sus hogares hacia Sudáfrica en busca de seguridad lo hacen con zapatos nuevos. Tras cientos de kilómetros a pie, los zapatos llegan a la frontera destrozados -si es que llegan-. Los zapatos nos permiten descubrir dos sentimientos: la dignidad de los refugiados zimbabuenses y la solidaridad del pueblo sudafricano.
La dignidad porque, pese a estar en una situación vulnerable, los "refugiados" y "refugiadas" que dejan Zimbabue y se adentran en Sudáfrica afrontan la realidad sin olvidarse de sus valores.
"Mientras realizaba las entrevistas a las personas refugiadas que llegaban a la frontera me di cuenta de que una mujer se presentó con unos zapatos impecables. Como me llamó la atención, saqué el tema en la conversación y ella me aclaró que los había pedido prestados, pues no podía venir de cualquier forma a la entrevista", nos cuenta Joanne Whitaker, Directora del Servicio Jesuita a Refugiados en la región de África Austral.
La solidaridad porque, pese a las noticias sobre la xenofobia que existe en Sudáfrica, hay estudiantes de este país que donan sus zapatos para los migrantes que llegan a la frontera. Esta solidaridad también está presente en muchos agricultores sudafricanos que ofrecen sus cosechas a los "refugiados" a precios reducidos o gratuitamente.
Y ante esta crisis ¿qué se puede hacer?
"La sociedad española quizás no pueda hacer mucho por incidir en la política de Zimbabue, pero sí puede hacer mucho por apoyar a estas personas que han perdido todo", afirma Joanne. Desde Entreculturas se apoya la labor del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) que ofrece atención sanitaria, alimentación y refugio a la población zimbabuense que cruza la frontera. También trabaja para intentar que se reconozcan las credenciales de aquellas personas profesionales para que puedan ejercer su profesión en Sudáfrica dado que, por ejemplo, hay carencia de docentes y de personal sanitario. Pero este reconocimiento conlleva gastos.
Otra importante línea de acción es la de tratar que las personas zimbabuenses en Sudáfrica sean reconocidas como refugiadas y no como migrantes económicos, pudiendo así recibir el apoyo internacional que merecen. El responsable de la acción de incidencia del JRS en Zimbabue manifestaba que "claramente se trata de gente que está buscando asilo".
"Conforme hemos ido recibiendo a las personas que huyen de Zimbabue, nos hemos dado cuenta de que tan importante como detectar sus necesidades es escuchar sus historias. Darles la oportunidad de hablar. Necesitan compartir sus historias", comenta Joanne Whitaker, a lo que añade "recuerdo a un hombre que vino a la entrevista de acogida. Le pregunté qué tipo de trabajo llevaba a cabo cuando estaba en Zimbabue. Todavía puedo ver cómo se erguía y decía `he sido profesor durante toda mi vida´. Estaba muy orgulloso de ello, pero también avergonzado de haberlo dejado; estaba claro por qué se había puesto una corbata para venir a la entrevista".
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