
Quiero hacer un pequeño homenaje a modo texto a mis compañeros (que casi ya no conozco) de todos los talleres que el pasado domingo bajaron el telón por este año a la muestra “Acércate al Teatro” de Teatro
Ya quedan muy lejos aquellas horas de ensayo en Las Fuentezuelas,
Este año tampoco he ido a veros actuar, a darme un garbeo por el patio de butacas y a oler ese característico “olor a arte” que se respira en los teatros.
Cuando estaba en las muestras de teatro (y actuaba con Teatro Júpiter) hacía una cosa me relajaba, emocionaba y que, además, necesitaba hacer antes de actuar: cuando apagaban las luces de la sala, bajaban el telón y mis compañeros bajaban a los camerinos para vestirse y el público esperaba en la puerta del teatro, yo me sentaba sólo en mitad del patio de butacas. Me gustaba esa soledad. El estar yo, las butacas todavía vacías y el escenario; frente a frente. Como en un duelo. Era una comunión, un ritual sagrado. Nunca dejé de hacerlo. Me reconfortaba. Me sentía seguro, pleno, lleno. Me sentía yo. Y a mi lado, en la butaca, mi otro yo, ese personaje al que en cinco minutos representaría. Era un cuerpo a cuerpo. Él (llamémoslo Fernando) luchaba por apoderarse de mi; yo me dejaba apoderar. Y nos convertíamos en uno.
Se abrían las puertas del Darymelia. Lo escuchaba desde el camerino. El público ocupaba sus asientos. Las luces de sala se apagaban. Un foco alumbraba a Tomás o Mari Carmen. Presentaban uno por uno a los actores. El público aplaudía. La luz se apagaba. Tomás y Mari Carmen corrían a la cabina de sonido e iluminación. Daban al play. Abrían el telón. ¡Comenzaba la escena! Una vez más, comenzaba el maravilloso mundo del teatro; sin trampas ni cartón. El público y yo. Yo y las tablas del escenario. Yo y Fernando. Fernando Ojeda. Y por fin, descubría que Eloisa está debajo de un almendro. Aún le debo mucho a Jardiel Poncela, a Tomás Afán, a Mari Carmen Gámez, a mis compañeros: Serrano, Ana, Juan, Chus, Dori, Macarena, Javi, Ari, David, Fran; Marina, Chus, Julio, Laura, Trini, Lola, Miguel, Rafa, Tete… (Perdonadme, sé que no aparecéis la gran mayoría. Éramos y somos muchos).
¿Qué hago yo aquí? Pensaba. De fondo el sonido de los raíles del telón abriéndose: la parte izquierda del telón hacia la izquierda; la derecha, hacia la derecha. Escenario, corbata, bastidor y tramoya: todo es uno.
Mutis y silencio. Fundido en negro. Congelados. Saludos. Gracias por venir.
Otro año más, el arte de Talía se ha acercado a nosotros. Todos nos hemos acercado al teatro.
Hoy, varios meses después de mi última actuación, Fernando Ojeda sigue conmigo. Juntos seguimos buscando a Eloísa y Dimas lo hace a nuestro lado. Fernando soy yo, y el teatro… somos todos; somos puro teatro.
Felicidades a los actores. Felicidades a quienes aman el teatro.
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