lunes, 15 de junio de 2009

El efecto de las olas, la espuma y la sal

¿Alguna vez habéis tenido esa sensación de haber dejado algo de vosotros mismos en un lugar y al volver a el os llegan vagos recuerdos de lo que fue o fuisteis? Seguro que si. Eso es lo que me ha pasado este fin de semana a orillas del Mediterráneo. El mar tiene un poder que quizás no comprendamos todavía y que es de muy difícil estudio. Es como si en el dejases algo y se lo tragaran la olas. Entonces permanece oculto en la arena del fondo, tranquilo y apaciguado esperando a que algún día vuelvas a por lo que fue tuyo. Y al pasar los años, vuelves a ese mismo lugar y las olas escupen lo que te pertenece y, en mi caso, lo que fui. Lo escupe a modo de leves sensaciones. O quizás no sea el agua, las olas y la espuma, y sea a causa de una sustancia que flota en el ambiente, en el aire húmedo de la orilla.

Este fin de semana he vuelto a sentir por breves espacios de tiempo lo que hace algunos años sentía y pensaba. Fue como una regresión al pasado. Bueno, no me entristeció. Al contrario. Quizás con las vacaciones que me esperan este año en ese mismo lugar, con otra gente, con otros pensamientos, vivencias e historias nuevas definitivamente lo que fue se borre y lo que se tragó el mar (o impregnó el aire) se borre para dejar paso a lo que soy ahora y de este modo, años después, en un futuro, tenga un lugar para repasar lo que soy, hago y pienso en la actualidad. Es como esas canciones que forma la BSO de tu vida. Al tiempo, cuando las escuchas, un chaparrón de recuerdos te mojan para bien o para mal. Ésa es la magia de estos lugares y de esa música. Es una puerta abierta al pasado, al recuerdo. A lo que fuimos y a lo que seremos.

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